EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
Como hemos dicho, aquí veremos los temas a modo de introducción, pero indicaremos lecturas en donde se puede profundizar en los temas, en este sentido los enlaces católicos que están en la página del "Reino de la Redención" pueden ayudar mucho, así como las lecturas recomendadas en cada sección.
Pero si nosotros mismos o un ángel del cielo les anuncia un evangelio distinto del que les hemos anunciado, ¡que sea expulsado! Ya se los dijimos antes, y ahora les vuelvo a repetir: el que les predique un evangelio distinto del que ustedes han recibido, ¡que sea expulsado! (Gálatas 1, 8-9).
Estas Palabras de la Santa Escritura son muy importantes. Es muy grave cambiar o distorsionar la Palabra de Dios, nadie tiene derecho a hacerlo ni hoy, ni nunca; la Palabra de Dios es viva y eterna.
Para custodiar esta Revelación Divina, este depósito de la fe, Jesús instituyó el Magisterio de la Iglesia, y lo funda con Pedro y los primeros apóstoles. Jesús siendo Dios no se le podía pasar este detalle (ni ninguno). Sabía que los seres humanos fácilmente podemos alterar las verdades, empezamos a novelar una historia muy contada; es decir, fácilmente caemos en teléfono descompuesto; sin descartar además nuestros egoísmos, pasiones desordenadas y acomodos por nuestra miseria y debilidad.
Dejada la Sagrada Revelación al poder humano, fácilmente se desvirtuaría. Jesús no puede, ni podría permitirlo. Por eso instituye el Magisterio y su Santo Espíritu —el Espíritu de la Verdad— lo guía y lo protege para custodiar la Revelación Divina a través de los siglos, más allá de lo docto o santos que puedan ser sus integrantes. Por eso decimos en el credo que “la Iglesia es Santa” porque el Espíritu Santo la guía y la nutre.
En el Evangelio viene la fundación del Magisterio, veamos:
"Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28, 16-20).
Aquí Jesús se dirige a los “once”; esto es importante porque Jesús tenía muchos discípulos, pero aquí la Escritura nos indica que son los once: Pedro y los diez apóstoles (Judas ya se había quitado la vida). De esta manera el Magisterio de la Iglesia no queda ambiguo. Y a estos once les dice que vayan y hagan “discípulos” que “enseñen” a guardar lo que Él ha mandado; enseñanza es Magisterio. Hay que recalcar que Cristo no dice que ellos enseñarán sus propias doctrinas, sino lo que Él ha mandado.
Para esto Jesús les da autoridad. Es interesante como Cristo dice que “Le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” y luego les da la misión, el mandato de “Id”; aquí trasmite su autoridad a ellos. Por eso en algún otro momento Jesús dice:
"El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió". (Lucas 10, 16).
Aquí se ve la importancia del Magisterio de la Iglesia y nuestra respuesta obediente a este Magisterio, al grado que escuchar este Magisterio es escuchar a Cristo, como Jesús mismo lo dice en la cita anterior.
Entonces ¿dónde está el Magisterio de la Iglesia?, en Pedro y los diez apóstoles. Pero Jesús dice que estará con ellos “todos los días hasta el fin del mundo”, entonces el Magisterio de la Iglesia trasciende la vida de los primeros apóstoles, ¿en quiénes? en el Papa y los Obispos en unión con el Papa:
"Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, «dejándoles su cargo en el magisterio»" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 77).
Y el Magisterio tiene el oficio de guiarnos e interpretarnos la Revelación:
“Pero tengan presente, ante todo, que nadie puede interpretar por cuenta propia una profecía de la Escritura” (2 Pedro 1, 20).
"El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo, es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma." (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 85).
Hay que ser humildes y así como la Revelación nos sobrepasa, también su interpretación. Por eso Jesús deja en su Iglesia al Magisterio para ayudarnos y guiarnos en este aspecto tan importante de comprender y vivir la Revelación Divina en la Biblia y en la Sagrada Tradición que nos llevan al Cielo:
"El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar solamente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 86).
Otro aspecto muy importante e interesante es que fue el Magisterio de la Iglesia el que ha establecido qué es lo auténticamente Revelado por Dios y dio forma a la Biblia y a la Tradición Apostólica.
Veamos el proceso de la Biblia, la Sagrada Escritura como la conocemos hoy. El Antiguo Testamento se había traducido al griego un poco antes de la venida de Cristo en la famosa versión de los setenta. Tiempo después Jesucristo realiza la Redención y no dejó nada escrito y los Evangelios, las cartas de los apóstoles, los Hechos y el Apocalipsis no existían cuando Cristo murió y Resucitó. La Biblia como la conocemos hoy no existía cuando los primeros apóstoles empezaron a evangelizar (no existía el Nuevo Testamento).
Poco a poco se empezó a través de los años, décadas e incluso muchas veces con discípulos de los discípulos a escribir algunas cosas de las que Jesucristo habló e hizo. Incluso empezaron a circular varias versiones de evangelios, apocalipsis, cartas, etcétera, en diversos dialectos y lenguas; hasta que se hizo necesario un orden y selección de lo que se considera auténtica Revelación (ya que humanamente sabemos que existe el teléfono descompuesto).
La Biblia tal como la conocemos el día de hoy, incluyendo el Nuevo Testamento, existió y fue establecida hasta el año 382 después de Cristo en el Concilio de Roma bajo el Pontificado del Papa San Damaso I y traducida al latín por San Jerónimo. Y así ha estado durante siglos hasta que con Lutero y el nacimiento del protestantismo quitaron algunos libros los protestantes.
Como se ve, fue el Magisterio de la Iglesia que establece la Biblia tal y como la conocemos, bajo la autoridad de un Papa descendiente de San Pedro: San Damaso I. Por eso la Biblia dice:
“…la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad" (1 Timoteo 3, 15).
Por eso, no se puede entender la Palabra de Dios fuera del contexto de la Iglesia. Aquí se ve la grandeza y la importancia del Magisterio de la Iglesia, para de nuevo agradecer y glorificar a Dios que siempre piensa en sus hijos.
Ahora, ¿dónde encontramos o cuáles son los escritos o documentos del Magisterio? Pues lo que el Papa o los Obispos en unión con él enseñan; esto es: El Catecismo de la Iglesia Católica (que continuamente hemos citado aquí y está en los enlaces), el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (que también hemos citado y enlazado) ecíclicas, cartas apostólicas, homilías, etcétera que el Papa realice, proclame o escriba. Para que sea un texto oficial tiene que llevar su firma, como sucede en los documentos antes citados.
También lo que los Obispos enseñen en lo individual o reunidos entre ellos: Conferencias episcopales, cartas, etcétera; pero como se ha mencionado "en unión con el Papa"; esto queire decir que el Papa tiene la última palabra sobre lo que ellos digan o enseñen. Si un obispo o grupo de obispos están en contra de lo que el Papa enseña no es Magisterio, y hay que hacerle caso al Papa. Aquí hay que volver a agradecer a Dios por la claridad y candados que existen en su Iglesia para evitar confusiones.
De hecho muchas confusiones vienen porque los católicos ignoran estos aspectos básicos. Si un católico tiene dudas sobre un aspecto, por ejemplo si se pueden usar anticonceptivos en el matrimonio y va con un sacerdote y le dice una cosa y va con otro y le dice otra (cosa que no debería pasar pero que sucede por la desobediencia de algunos), el fiel católico puede consultar en el Magisterio y obtener la respuesta correcta y tener la seguridad de que es la auténtica doctrina católica.
En este caso de los anticonceptivos el católico puede obtener la doctrina correcta en el "Catecismo de la Iglesia Católica", así como en el Compendio, además de documentos específicos del tema como "La Regulación de la Natalidad (Humanae Vitae)", del Papa Beato Pablo VI, y otros documentos del Papa San Juan Pablo II y otras intevenciones de los anteriores y posteriores Papas. Y así podríamos proceder en otros temas. Esto está gratis y accesible en el sitio del Vaticano que está en los enlaces católicos que pusimos en la página del "Reino de la Redención"; por eso es importante manejar y conocer este sitio.
El Magisterio de la Iglesia también está en los Concilios y documentos que realizan el Papa con los obispos, pero siempre aprobados por el Papa. También el Magisterio trata aspectos temáticos para las diferentes necesidades y grupos de la Iglesia: Familia, matrimonio, educación de los hijos, manejo de los bienes económicos, derechos humanos, procreación, vida religiosa, liturgia, sacerdotes, virtudes, etcétera.
Como mencionamos, aquí vemos los temas de una manera introductoria. “El Catecismo de la Iglesia Católica” habla sobre el tema en los números 84 al 100, y el “Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica” desde el número 15 al 17.